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    Soy

Vania López Cañete

Soy mujer, feminista y madre de Luna, una pequeña nacida el 1 de enero del 2022.

Soy Psicoterapeuta y Psicóloga Clínica independiente, con 6 años de experiencia en Psicoterapia y he realizado más de 7000 atenciones a la fecha aproximadamente. Atiendo principalmente a mujeres utilizando el enfoque Posracionalista y desde la perspectiva de género. También, me he dedicado a la investigación cualitativa en la Universidad de Santiago de Chile, siendo representada en Polonia,  Alemania e Inglaterra en la exposición de los resultados. Además, he realizado investigación en la Universidad Adolfo Ibáñez financiada por FONDECYT y también he colaborado como investigadora y docencia en la Facultad de Medicina de la U. de Chile.  Las tmáticas de investigación han sido sobre imagen corporal, i

Cuento con un Magíster en Psicología Clínica y Psicoterapias Contemporáneas de la Universidad Adolfo Ibáñez del cual me titulé con el primer lugar. 

 

El enfoque psicoterapéutico que utilizo es principalmente el posracionalista fenomenológico-hermenéutico. Éste supone experiencias, acciones y pasiones en donde la persona, siempre situada, se vive en fenómenos singulares que permiten que el individuo se signifique como único; pues la interpretación de su pasado, presente y futuro, depende del lugar psicológico desde dónde se vive y de sus diversos contextos identitarios (académicos, vinculares, laborales, culturales, sexuales, familiares, etc.) . Desde éste punto de vista suponemos a la persona como la experta en su propia experiencia, y es desde las narrativas que trae en donde podemos comprender e interpretar los diferentes modos de su existencia. La psicoterapia entonces, se constituiría como un espacio de acompañamiento para que el consultante pueda transitar desde el sufrimiento hacia la agencia de su propia vida. 

Siendo muy honesta, y sabiendo que esto puede implicar que no quieras atenderte conmigo, es mi deber ético decirte que la psicoterapia que realizo no necesariamente hace la vida fácil. La vida en sí misma puede ser especialmente dolorosa y difícil. No obstante, y a pesar que la psicoterapia suele implicar afrontar dolores de tu vida, una de las mejores eventualidades del ejercicio de asistir a terapia es el hecho de que paulatinamente te sientas agenciando tu vida, más capaz de decidir, regular y manejar a tú ritmo y según tus formas, las dificultades a veces ineludibles propias de tu naturaleza humana. En éste preciso sentido, el mejor de los resultados es sentirte menos sometida o a merced de circunstancias (internas o externas), encontrar, legitimar, validar y liberar tu propia voz.

Si bien trabajo con personas de diferentes géneros, mi interpretación desde la perspectiva de género es imposible desestimar. Pues como mujer y acompañante de varias en su ejercicio psicoterapéutico, es mi deber  ético, moral y político reconocernos desde nuestra posición histórica que se supone que hemos debido ocupar: de segunda o tercera categoría, sumisas, patológicas, exageradas, calladas, etc. Aquello es un punto clave para entender que el bienestar depende también de comprender el impacto de la violencia patriarcal que no distingue de estructuras ni contextos, generando una cadena casi infinita de violencia. Digo casi infinita, ya que siempre hay un eslabón que puede romperla. Creo que no se puede ser psicoterapeuta si no se es feminista o aliado del feminismo, pues dicha forma de vivirse (para mí lo es) busca como fin último la liberación de la mujer; lo mismo que se busca en psicoterapia: el cambio del padecer al agenciar la propia vida y vivirnos en libertad.

Para mí, la psicoterapia representa un oficio en donde está implicado el sentir, el método, técnicas, la creatividad, el escuchar e intervenir con todo el corazón y alma puesta en ello. Ese entretejido entre lo mío y lo que traes a la consulta va creando una artesanía cotidiana. Es improvisación ante lo inesperado de la cotidianidad y de su inscripción en lo psíquico.

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